aztecazo, reforma educativa, memo ochoa y carlos vela, cnte, lluvias en la huasteca

y hoy así nos fue

domingo, 28 de octubre de 2012

Qué onda con la lana que se lleva Televisa?” por el Teletón, cuestionan

Mediante un video publicado en YouTube, figuras destacadas del ámbito de la música, el cine, e incluso empleados de Televisa, como los periodistas Víctor Trujillo y Carlos Marón, rechazan la colecta del Teletón que cada año realiza la televisora y cuestionan "¿Qué onda con la lana que se lleva Televisa?" evaden impuestos.
 
En la grabación aparecen el vocalista de la banda Fobia, Leonardo de Lozanne, la golfista Lorena Ochoa, el actor de cine Diego Luna, el periodista Sergio Sarmiento, quienes afirman que son las empresas quienes dan la mayor parte del dinero en la colecta del Teletón y que al final siempre cumplen su meta.
 
"Ahí viene el Teletón otra vez, cuántos años llevan con esto, ¿quince? Y qué traen de nuevo ahora", dicen.
 
Víctor Trujillo, quien personaliza a Brozo en Foro TV y es panelista del programa Tercer Grado, donde también participan Joaquín López Dóriga, Carlos Marín y Gómez Leyva, dice:
 
"Siempre llegan las marcas grandotas al final, dan sus chequesotes, y cumplen su meta".
 
En el mismo sentido habla Sergio Sarmiento: "son las empresas las que dan la mayor parte del dinero del Teletón".
 
El video termina con la pregunta "finalmente ¿para qué das al Teletón?", y con el mensaje: "piénsalo bien, ni un peso al Tele(visa)tón".

fuente: http://www.24-horas.mx/que-onda-con-la-lana-que-se-lleva-televisa-por-el-teleton-cuestionan-video/
ATTE:
 
POPO
LCE RODOLFO ANDRADE MEDINA
 
 
twitter   @mrddogo 
 
 
 
 
 
 

Reforma Laboral y Democracia Sindical.



La reforma laboral aprobada por el Senado de la República es una reforma auténticamente integral, porque además de que se ratificó la totalidad de los artículos votados por los Diputados, se le reintegraron partes medulares que en aquella cámara habían sido mutiladas y se le adicionaron otras figuras importantísimas para combatir la simulación en la celebración de contratos colectivos. Se trata de un avance legislativo con enormes consecuencias para el mundo del trabajo, que no sólo moderniza las relaciones obrero-patronales, sino que tiene también una gran significación política en términos del equilibrio del poder en nuestro país, derivada del acuerdo entre el PAN y las izquierdas para sacar adelante los temas de transparencia, rendición de cuentas y democracia sindical.

 

Destaco de la reforma esto último, pues es lo que me resulta más esperanzador para México, sin negar que la reforma impactará positivamente en la regularización de una gran parte de la informalidad en el empleo, y sin duda, motivará la creación de muchos más, sobre todo entre la población juvenil.

 

El acuerdo entre el PAN, PRD, PT y MC es un signo de madurez institucional que teníamos buen tiempo sin ver en el Congreso; quizá desde 2006 cuando la polarización electoral marcó indefectiblemente la parálisis legislativa sobre reformas de fondo, y la actitud radical de los legisladores perredistas de aquella época terminaron por echar en brazos del PRI, a las bancadas del PAN.

 

¿Quién podía apostar a que en un tema tan ideológica y programáticamente contrastante el PAN y las izquierdas coincidieran en varios puntos? ¿Que tomaran la extraña decisión de comportarse racionalmente frente a su verdadero adversario político y relanzaran su plataforma común frente a la amenaza que significa el regreso del PRI? La convergencia ha tenido como centro el rescate de los valores esenciales de la democracia, la transparencia, la rendición de cuentas y la anticorrupción, a pesar de las diferencias en otros muchos artículos. Esa es una gran noticia, la capacidad de separar el trigo de la paja.

 

En el otro contenido de la reforma, esto es, desde el punto de vista económico y para una mayor flexibilidad del mercado laboral me parece que también se consiguieron avances en nuevas formas de contratación y sub-contratación, incluido el denominado pago por horas, con restricciones muy pertinentes para evitar abusos en los contratos de prueba y capacitación inicial, los cuales serán improrrogables e incluirán los mismos derechos y obligaciones de que gocen los demás trabajadores.  Se define con toda claridad el "trabajo decente", con criterios obligatorios de respeto y no discriminación laboral, la tipificación del delito por contratación de menores de 14 años, la especificación de trabajos peligrosos e insalubres, la eliminación de certificados de ingravidez como requisito de contratación; la prohibición expresa del despido por embarazo, cambio de estado civil o bien, en caso de que el o la trabajadora tenga a su cuidado hijos menores, así como el acoso u hostigamiento sexual, a la par de ampliar los derechos de maternidad para compartir este tipo de beneficio con el padre de familia; la protección a grupos vulnerables como es el caso de discapacitados, empleados domésticos y jornaleros agrícolas, a quienes se amplían sus prestaciones en materia de derechos de transporte, servicios de agua potable, guarderías infantiles y registro ante el IMSS, entre otras prestaciones adicionales.

 

Sin embargo, el de la democracia sindical y la posibilidad de que los trabajadores puedan votar las condiciones de sus contratos colectivos, me parecen los dos asuntos más relevantes de la tarea legislativa senatorial.

 

En una democracia que, en realidad se precie de serlo, no puede haber - en materia de responsabilidad política, de transparencia  y rendición de cuentas-, excepciones jurídicas entre quienes ejercen un poder, una influencia o una forma de organización política o social. En una democracia todos los que ejercemos una responsabilidad política o social, estamos obligados a rendir cuentas, y conducir nuestros actos por el valor de la democracia, como el gran valor que conquistó su derecho prácticamente en todo el mundo. En una democracia, no puede haber zonas de impunidad.

 

Así como en nombre de las llamadas soberanías nacionales, no se pueden atropellar los derechos humanos; tampoco en nombre de las autonomías sindicales, se pueden atropellar o negar los derechos de los trabajadores para elegir democráticamente a los miembros de sus directivas sindicales, o negarles mecanismos o procedimientos internos que aseguren la correcta y honesta gestión de los fondos sindicales.

 

Los conceptos de soberanía y autonomía están relacionados con la facultad de decidir de sus ciudadanos o sus agremiados. Las autonomías en nuestro medio, son la libertad para tomar decisiones sin que medien chantajes, porros, temores, o partidos. En la medida que las decisiones de los trabajadores se base en asambleas abiertas, sin interferencias de patronos, iglesias, partidos, o sea, por agentes con intereses diferentes, son más auténticas.

 

La autonomía universitaria se dio contra la actitud gubernamental que quería decidir por los claustros de los maestros o los consejos universitarios que quiso imponer un credo filosófico a fuerza. La autonomía judicial es la capacidad de los juzgadores de sentenciar libre de presiones de delincuentes, empresarios, gobernantes incluso de sus superiores.  La autonomía del INEGI es la capacidad de capturar información bajo sus metodologías y difundirlas libremente sin presiones del gobierno.

 

Lo que se tiene que discutir es si los obreros pueden decidir libremente en las actuales estructuras sindicales.  Decidir sin  interferencias de partidos políticos, iglesias, sobre todo de mafias internas. Decidir pensando en los intereses legítimos de los trabajadores.  Decidir libremente requiere de hombres libres.  El sindicalismo es consecuencia de la libertad de los trabajadores para asociarse. Es el instrumento para proteger sus derechos laborales y un medio para procurar  la capacitación de sus agremiados.

 

En la defensa que hice en tribuna de la reserva al artículo 371 de la Ley que contiene este tema, dije que autonomía sindical y libertad no es ningún dilema; autonomía sindical y democracia no son antípodas; autonomía sindical y transparencia no forman parte de ninguna dicotomía. En el mundo democrático, son los rostros del sindicalismo moderno y responsable. Y la democracia tiene como condición necesaria el VOTO. Como la expresión directa de la voluntad personal que prefiere, que elige. El Voto democrático, presupone características y condiciones esenciales: la celebración de elecciones periódicas mediante el sufragio libre, directo y secreto.

 

 

Es libre, cuando se respetan los derechos esenciales de la persona y las libertades públicas (la libertad de expresión, la libertad de conciencia, la libertad religiosa, la libertad de asociación, la libertad de información, de reunión.

 

Es directo, cuando la persona lo emite en forma directa, sin intermediarios, porque cada miembro de la sociedad está capacitado para tomar sus propias decisiones de acuerdo con sus propias preferencias. La tendencia en el mundo, ante la asunción y el reconocimiento de los derechos humanos, es hacer que el voto sea directo porque el derecho de voto no es un derecho transferible. Es hora de ir eliminando las elecciones indirectas, porque esa mediatización actúa la mayor de las veces como filtro, incluso distorsionador de los designios de los ciudadanos.

 

Pero la mayor característica del VOTO democrático, es asegurar que su ejercicio sea secreto, para garantizar la libre decisión del votante. El elector no debe ver limitada su libertad política cuando deposita su voto y por ello es imprescindible que el elector pueda ejercitar su derecho al sufragio, garantizando su privacidad, de forma que su voto no sea conocido por nadie más. Esta libertad de elección queda condicionada cuando el voto se hace de manera pública o abierta. Y el voto por aclamación, a mano alzada o expresado oralmente, además de coercitivo, es una rémora vergonzosa de nuestro proceso de transición.

 

En el fondo, no hay impedimento constitucional: lo que hay es la resistencia de un corporativismo sindical que ha servido más a la operación política electoral de la lucha por el poder en México, que en la defensa de los derechos de los trabajadores. Es una resistencia penosa porque lucha por el dudoso honor de ser de los últimos actores en someterse a un ámbito de responsabilidad y al proceso de democratización que vive el país. La vida sindical no es un fuero ni un privilegio sino una responsabilidad de todos sus agremiados.

 

La abierta oposición del PRI a esta reforma es una pésima señal para el futuro inmediato de México, y peor aún, que la traten de justificar en "alcance de su autonomía sindical" como lo dijo Enrique Peña Nieto en España, avalando en realidad largos periodos de usufructo sindical, sin legitimidad.

 

Los sindicatos libres son fundamentales para la democracia.  los sindicatos corporativos son amenazas silenciadas al orden político.   La paz social descansa en sindicatos libres. El ejemplo de los sindicatos en Europa en estos momentos aciagos, lleno de vicisitudes, es ejemplar, ya que la vida social continua y la libertad obrera -esa armonía, ese juego dialéctico - es la levadura democrática.

 

Exigir cuentas a los sindicatos o mejor dicho a sus líderes no es ser anti-sindicalista sino defensores del sindicato. Promover la democracia interna no es debilitar a los sindicatos sino revestirlos de toda la dignidad que significa representar a sus agremiados.

 

En los últimos diez años: la transparencia y el deber de informar de las autoridades están sirviendo a los ciudadanos para enterarse y participar de los asuntos públicos y frente tenemos una realidad grotesca, sindicalizados que no pueden votar libremente ni exigir información a sus directivos. La lucha en contra de la corrupción debe estar en todos los ámbitos e instituciones del país, entre otros: los sindicatos. La lucha por la democratización del país no puede tolerar ínsulas de perversión en instituciones intermedias como son los sindicatos.  El siglo XXI debe vivirse en todos los ámbitos de la vida social.

 

Por ello también he apoyado decididamente la adición al artículo 388 bis que propone que los trabajadores decidan en contra de la celebración de un contrato colectivo de trabajo con el voto de cuando menos las dos terceras partes de los trabajadores con derecho a voto. Esto es fundamental.

 

No sólo el carácter público de los contratos colectivos que se suscriben con las empresas, sin que deban ser aprobados previamente por los trabajadores. Es una forma de validación de la gestión sindical, pero también, hay que decirlo, es un mecanismo de rendición de cuentas de los propios dirigentes sindicales con sus agremiados, para poner fin a la simulación de los contratos de protección entre empresarios y líderes charros.

 

Ante el amago paralizador del PRI de estas adiciones, en voz del coordinador de sus diputados, Manlio Fabio Beltrones, es fundamental advertir: en efecto, necesitamos una reforma laboral que contribuya con el crecimiento económico, pero también con la consolidación democrática. Lo que necesitamos es un sindicalismo democrático, capaz de tomar decisiones a su beneficio y no en el de los dirigentes que negocian posiciones.


JAVIER CORRAL JURADO SENADOR PAN




 
 

viernes, 19 de octubre de 2012

Los 10 sonidos más molestos del mundo, de acuerdo a la ciencia

Según el estudio publicado por la Universidad de Newcastle, en Inglaterra, estos son los 10 sonidos más molestos en el mundo:


10. Taladro eléctrico
9. Bebés llorando
8. El rechinido del freno de una bicicleta
7. El ruido de una "amoladora" o esmeril
6. Un grito femenino
5. El ruido de las uñas en un pizarrón
4. El ruido de una regla en una botella
3. Un gis rechinando en un pizarrón
2. El sonido de un tenedor en un vaso
1. El sonido de un cuchillo en un vaso.
Para los valientes, el artículo original contiene archivos de audio con los 5 primeros lugares de este estudio.
Aunque al menos un par de estos sonidos si me resultan muy molestos (escuchar bebés llorando en un espacio cerrado como un avión es una verdadera tortura y el gis o las uñas en un pizarrón nos ponen los pelos de punta a más de uno), la explicación de la molestia que producen estos sonidos tiene como base científica, entre otros puntos, su presencia en el rango de frecuencia de los 2,000 a los 5,000 Hz, rango en el cual nuestro sentido auditivo es más sensible.

fuente: http://www.sdpnoticias.com/columnas/2012/10/17/los-10-sonidos-mas-molestos-del-mundo-de-acuerdo-a-la-ciencia

El gobierno de Ebrard celebra a un dictador

Leo Zuckermann
Me da mucho coraje cada vez que paso, un par de veces al día, por la esquina de Reforma y Tolstoi. Ahí, en medio del Bosque de Chapultepec, sobre una de las avenidas más preciosas del mundo, hay una estatua espantosa de un dictador. Sentado en una silla enorme, mirando hacia la grotesca Estela de la Luz, se encuentra Heydar Aliyev, fundador de la República de Azerbaiyán cuyas credenciales políticas son las de un autócrata. Atrás de él hay una inmensa placa de mármol, que semeja un mapa del país en cuestión, y que en las noches se ilumina de distintos colores. Se trata, en suma, de un monumento de un tirano, de horripilante diseño soviético, en una de las esquinas más bonitas de la capital.
Me da coraje, primero, que las autoridades capitalinas hayan aceptado poner una estatua de un dictador. Me da coraje que lo hayan hecho porque Azerbaiyán "donó" una buena cantidad de millones de pesos para hacer este proyecto y "rescatar" la Plaza de Tlaxcoaque en el centro. Me da coraje que el gobierno de Ebrard haya engañado al Consejo Rector del Bosque de Chapultepec, conformado por ciudadanos distinguidos, para construir un bodrio. Me da coraje lo espantoso que quedó esa esquina. Me da coraje el enorme tamaño de Aliyev sonriendo, como burlándose de los tontos mexicanos. Me da coraje que un personaje de esa calaña tenga una estatua más conspicua, en un mejor lugar, que dos políticos a los que admiro muchísimo y tienen una presencia más escondida en el Bosque de Chapultepec: Churchill y Gandhi.
¿Cómo es posible que Ebrard y su secretaria de Medio Ambiente, Martha Delgado, hayan aceptado vender así una de las mejores esquinas del Bosque de Chapultepec?
Fue a través de Guillermo Osorno como me enteré de esta historia antes de que develaran la estatua del dictador de una de las repúblicas de la ex Unión Soviética. El cuatro de septiembre, el editorialista de El Universal reveló el perfil de Heydar Aliyev: "Dirigió la oficina de la policía secreta soviética (KGB) durante los años de la dominación rusa sobre la república de Azerbaiyán. Fue secretario general del Partido Comunista, pero se opuso a las reformas modernizadoras de Mijaíl Gorbachov, y por eso fue removido. Ascendió al poder después de que una rebelión depuso al presidente en turno. Su gobierno fue autoritario. Murió en 2003 y heredó el poder a su hijo".
Osorno citó el obituario de Aliyev en The New York Times: "Al mismo tiempo que brindó estabilidad a Azerbaiyán, la vida política del país siguió siendo turbulenta, con frecuentes intentos de asesinato y golpes de Estado en su contra e igualmente frecuentes quejas de sus oponentes por sus prácticas electorales, abusos a los derechos humanos y mordazas a la prensa".
A Aliyev, según cuenta Osorno, le gustaba "el culto a la personalidad. Su retrato decoraba ciudades y pueblos azerbaiyanos. Los trabajadores eran acarreados en masa a concentraciones en su honor. Una estrella y una montaña llevan su nombre. Se construyeron tres museos para recordar sus hazañas". No le bastó, al parecer, tanta conmemoración dentro de las fronteras de su país. Ahora está en una de las mejores esquinas de la Ciudad de México a miles de kilómetros de Bakú.
Unos días después de este primer artículo, Osorno volvió al tema. Había descubierto más información escandalosa. Resulta que este proyecto lo aceptó el gobierno de Ebrard porque los diplomáticos azerbaiyanos "donaron 65 millones de pesos para recuperar la plaza Tlaxcoaque" aparte de todo el dinero que invirtieron en el jardín donde se encuentra la horrorosa estatua de Aliyev. En Tlaxcoaque ahora hay un monumento "que conmemora una masacre de nacionales azerbaiyanos en la ciudad de Jodyalí, a manos de soldados armenios […] Un pedestal de granito sostiene una figura de mujer con los brazos en alto. La placa que lo acompaña parecía redactada por Ponchito".
Ayer me dio mucho gusto escuchar a Carmen Aristegui tratando el tema de la estatua del dictador Aliyev en su noticiero. Celebro que haya más comunicadores que le den cobertura a este grave error de la administración de Ebrard. Ojalá que la visibilidad mediática sirva para que un día los mexicanos podamos recuperar ese espacio y poner una estatua de un personaje internacional con buenas credenciales democráticas; alguien como Václav Havel o Nelson Mandela, por ejemplo.


fuente http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=865189#.UIFOxAB3A-k.twitter

miércoles, 17 de octubre de 2012

"NO AUTOMEDICARSE NI TOMAR REMEDIOS CASEROS"

El doctor le pregunta al paciente:

- ¿Fuma?
- Poco.
- Pues déjelo.
- ¿Bebe?
- Poco.
- Pues déjelo.
- ¿Practica algún deporte?
- Ninguno.
- Pues hágalo.
- ¿Tiene sexo?
- Poco.
- Pues a partir de hoy tenga sexo, mucho sexo, todo el sexo que le sea posible.

Regresa el tipo a su casa y ante los cuestionamientos de su mujer le dice:

El Dr. me recomendó dejar el tabaco, la bebida, hacer deporte, y sobre todo tener sexo, mucho sexo, todo el sexo que sea posible.

Él se mete a bañar e inmediatamente la esposa se frota las manos, se desnuda y se mete a la cama.

Sale el marido del baño y se empieza a perfumar y a vestir muy elegante a lo que la esposa le pregunta:

- ¿A dónde vas?
- ¿No te dije que el Dr. me sugirió tener sexo, mucho sexo,todo el
sexo que sea posible'?
- Pero viejo, aquí me tienes a tu disposición, ¡aquí estoy para ti!
- ¡Ay vieja! ¡Tu siempre con tus pinches REMEDIOS CASEROS!!

martes, 16 de octubre de 2012

LOS DESCUBRIMIENTOS Y LOS INVENTOS QUE MARCARON HISTORIA


* EL HOMBRE descubrió el VIDRIO e inventó la BOTELLA.
- LA MUJER tomó el VIDRIO e inventó el ESPEJO.
* El HOMBRE descubrió la BARAJA y ahí mismo inventó el JUEGO.
- LA MUJER agarró la BARAJA e inventó la BRUJERÍA.
* EL HOMBRE descubrió la PALABRA e inventó la CONVERSACIÓN.
- LA MUJER descubrió la CONVERSACIÓ N y ahí mismo inventó el
CHiSME.
* El HOMBRE descubrió el DINERO e inventó el COMERCIO.
- LA MUJER descubrió el COMERCIO e inventó el CRÉDITO.
* El HOMBRE descubrió las TRANSACCIONES y creó las TARJETAS
DE CRÉDITO. La MUJER descubrió las TARJETAS DE CRÉDITO y
ahí nos rompio la madre.
* El HOMBRE descubrió el TRABAJO e inventó el SALARIO.
- LA MUJER descubrió el SALARIO y ahí nos jodió de nuevo.
* EL HOMBRE descubrió a LA MUJER e inventó el SEXO.
- LA MUJER descubrió El SEXO e inventó el MATRIMONIO y ahí
nos recontrachingó por todos lados.
* DESPUÉS DE ESTO EL HOMBRE SE HIZO EL WEY Y YA NO
INVENTO NI MADRES..

miércoles, 10 de octubre de 2012

¿mentir es culpa de la biologia?

RISTOTLE WAS a cynic. Sure, the Bible exhorts to "Love thy neighbor as thyself," but he knew better. "The friendly feelings that we bear for another," instructed his Ethics, "have arisen from the friendly feelings that we bear for ourselves." Two thousand years later, in 1739, Hume spelled out what the pagan thinker intuited: "I learn to do service to another, without bearing him any real kindness; because I foresee, that he will return my service, in expectation of another of the same kind." Hume's Edinburgh neighbor, Adam Smith, penned an often quoted phrase in this vein in The Wealth of Nations: "It is not from the benevolence of the butcher, the brewer, or the baker, that we expect our dinner, but from their regard to their own interest. Nobody but a beggar chooses to depend chiefly on the benevolence of his fellow citizens."
Self-love makes the world go round. But, alongside cooperation, could self-love give birth to deception? Could the imperative of self-regard be so great, in fact, as to lead to self-deceit? In his new book, Robert Trivers, a master of evolutionary thought, roams from stick insects and brain magnets to plane crashes and Israeli-Palestinian wars in service of a corollary to Aristotle's hard-boiled thesis. We humans deceive ourselves, Trivers argues. We do so often, and almost always the better to deceive others for our own personal gain. From misguided estimates of self-worth to false historical narratives of nations, the self-love that spins the world is itself fueled by self-deceit. And the price can be substantial.
Deception comes before self-deceit, and nature is riddled with it. A third of the 26,000 species of orchids propagate by deceiving pollinators into believing that they are enjoying a non-existent reward. Foraging octopi, who can change the color patterns on their skin at a rate of three times per minute for four hours at a time, bamboozle would-be predators into complete confusion. Male antelopes use warning barks to fool frightened females into sticking around rather than search for another mate. Cuckoos and cowbirds trick other species of birds into believing that the eggs they furtively lug into their nests are their own, carrying on carefree as the duped foster parents shoulder the burden of nestling and feeding the newborn hatchlings. The opossum feigns death, viral DNA hoodwinks bacterial (and every other kind of) DNA, the Viceroy dupes Monarch-wary would-be munchers.
Even the tiny blister beetle cuts an unassuming figure of deception: shortly after they hatch from their eggs, hundreds and sometimes thousands of baby beetles shimmy up a blade of grass to form a female digger-bee look-alike aggregate, emitting a female digger-bee pheromone, or perfume. When the innocent male bee comes along with thoughts of mating on its mind, it mounts the fake female and is soon covered with tiny cling-ons. These, in turn, jump ship again when the male encounters a true female bee, stowing away on her body into the bee burrow, where they will feed off the hard-won pollen she has collected and, eventually, her own larvae kin.
Between parasite and host, male and female, parent and offspring, predator and prey, plant and animal—deception is everywhere. But if nature is a picture of guile, what about us humans? Fake crying, pretend laughing, and temper tantrums in babies and children are evidence that deception starts early; the heartache of female and male promiscuity and the guilt-inducing manipulations of old age are signs that we never outgrow it. Trivers likes the sexy examples. Did you know that women's waist/hip ratio is slightly more curvaceous and symmetrical when they are ovulating, and that in some studies they have been shown to be more likely to appear in a nightclub on these days without their partner and baring more skin? Did you know that homophobic males are more likely to be aroused by homosexual porn than non-homophobic heterosexual males? Or that in Jamaica to "cut a man a waistcoat" is to produce an extramarital offspring who looks just like the hoodwinked dad?
Deception is rife in humans for the same reason it is in nature: there are inbuilt clashes of interest, whether it be sexual strategy when it comes to females and males, parental investment when it comes to mothers and fathers, or resource allocation when it comes to parents and offspring. An expert in detecting conflict where others see harmony, Trivers worked out the evolutionary logic behind such relationships in the early 1970s, spawning entire fields in behavioral studies and genetics and giving rise to a number of predictions. One of the starkest of these was the idea that because fathers and mothers have different interests when it comes to the fetus (dad wants the baby bigger than mom does), identical genes on the chromosomes that they have each bequeathed will battle each other over control of embryonic growth. Sure enough, in the 1980s, biologists began to discover genes whose expression levels depended on from which parent they had come. And the gene knows where it came from, following the basic logic of genetic conflict Trivers described years before genomic imprinting was discovered.
Deception, to be truthful, is less of a mind-twister than self-deceit. Like Hume and Smith before him, Trivers understood that giving could serve one's interests if the rewards of cooperation outweighed its costs. Using the logic of game theory, he showed that the principle of "you scratch my back and I'll scratch yours" made evolutionary sense. Soon "reciprocal altruism" helped explain otherwise beguiling sacrificial behavior. But benevolence requires a strong sense of justice because a sense of justice is necessary to appreciate dishonesty: after all, in games of trust, especially with lag time, cheaters can wreak havoc. And so, over evolutionary time, an arms race honed in social mammals a growing intelligence. Trivers finds it ironic that "dishonesty has often been the file against which intellectual tools for truth have been sharpened." But one of the outcomes of this Darwinian dynamic may have also been a genuine instinct for fairness, born of the need to distinguish trustworthy partners from charlatans.
But if evolution has done such a grand job of fine-tuning our senses in the service of detecting deceit, why does all the hard-won information that we extract from the world through our senses often become muddled and deformed in our brains? Why do we project our own traits onto others, repress true memories and invent false ones, lie to ourselves, rationalize immoral behavior, and generally deny inconvenient truths? Seventy percent of people rank themselves better-looking than average, according to a study cited by Trivers; 94 percent of academics (shocking!) think they are better than average, too. Why is this? The answer, Trivers would have us believe, is that the possibility of deceit raises the probability of ever more subtle mechanisms for spotting deceit, which in turn raises the probability of mechanisms for self-deceit. Trick yourself to trick another: what better way to conceal the truth? Self-deception is not a defensive measure meant only to make us feel better; it is a weapon instilled in us by natural selection to help deceive others for our own good.
 
SELF-DECEPTION is everywhere. There is rampant self-inflation—80 percent of school children, to provide another example, place themselves in the top half of students in leadership ability—but there are other kinds, too. "Confirmation bias" is one: we are all much more likely to seize upon facts that chime with our views and disregard—to the point of not seeing them—those that challenge them. Forms of self-deception occur also in situations of "us" and "them": randomly divide a room of people into two groups, say "Reds" and "Blues," and see how quickly bad traits are generalized to the out-group while good traits are imputed to the "ins." If a "Red" steps on your "Blue" toes, for example, you are more likely to say "he is an inconsiderate person," whereas if it was a fellow teammate you would simply report that "he stepped on my toes."
False personal narratives are another example. For years Joseph Ellis, a historian of the American founding, told his students that he had been a war hero with the 101st Airborne Division in Vietnam when in fact he had been a graduate student at Yale and then a professor of history at West Point. Ellis was caught and apologized; but most of us constantly create fictional narratives about ourselves and think nothing of it. Indeed, much of self-deception is unconscious: with typical candor Trivers tells us how, while lecturing, he often steals chalk from himself only to discover later that he is out of chalk with which to teach.
Neurophysiology provides some fascinating evidence. Humans, it turns out, are more physiologically aroused by the sound of their own voice than that of others, but unconsciously so. In a classic experiment from the late 1970s, a group of people were each asked to read the same text. The recordings were chopped into short segments and a mosaic master tape was made with snippets from different voices. The participants were then hooked up to a machine measuring their galvanic skin response, which is normally twice as high for hearing your own voice than the voice of another. Then people were played the tape and asked to press a button when they heard their own voice. While some subjects denied their own voice and others projected it onto the voice of others (claiming that someone else was actually them), in all cases the skin had it right.
What is going on here? Information from either side of the brain reaches its target via a bridge, the corpus callosum, which connects left to right, the left hemisphere controlling the right side of the body and the right hemisphere, the left. Have you ever noticed that you are searching for an object—say, keys—and only spot it in your left visual field when you actually say the word "keys" aloud? Presumably, information is not being freely shared between the two sides of the brain across the corpus callosum, but when the right brain hears the object of desire being named, suddenly the left visual field and tactile side are awakened. Trivers believes this is related to self-deception. As is often the case, his evidence stems from his own experience (a trait he shares, by the way, with Darwin): Trivers has noticed that "inadvertent" touching of women comes exclusively from his left hand and invariably surprises his left brain which controls the motor functions of his right side. The left, linguistic, side is more conscious and engages in self-promotion; the right side is less conscious and more honest. The implication is that we have evolved a brain architecture that allows self-deception to do whatever is right by us. Sometimes the truth is worth concealing, especially from ourselves.
Social psychology concurs. Across cultures, it is claimed, moral hypocrisy is the rule: people tend to judge others more harshly than themselves for the same infraction. But put people under a form of cognitive load—say, have them memorize a string of numbers while making a moral judgment—and the usual bias toward self disappears. "This suggests that built deeply within us," Trivers writes, "is a mechanism that tries to make universally just evaluations, but that after the fact, 'higher' faculties paint the matter in our favor."
The question is: is there a price? The cost of deception in nature can be palpable. Stick insects, for example, have grown long and narrow to mimic twigs, but they have foregone the benefits of symmetry to do so: one of two organs—a kidney, an ovary, a testis—have, over fifty million years of evolution, become the casualties of ever-diminishing internal space. Whether self-deception exists in nature is a more difficult question. An intriguing suggestion made by Trivers is that certain birds, just like humans, show heightened physiological arousal to their own calls compared both with those of other species and those of members of their own kind. Might they be trained to peck at a button when they recognize their own voice, and might birds that have lost more fights peck less?
And what about us? Can we at least measure the price of our own self-deceit? Trivers offers the interesting suggestion that the strain associated with lying, even unconsciously, takes a toll on the immune system. The reason for this is that immunity is expensive, requiring the burning of energy and consumption of much protein. For the same reason, the immune system has a reservoir that can be drawn upon for other purposes—often, Trivers claims, at the mere "flick of a molecular switch." A decision has to be made: attack another male for the chance of sex with a female, or invest internally to fight a parasite? Quickly the body apportions its resources, diverting from the immune reservoirs to the fighting mode. No surprise, then, that high testosterone levels are associated with lower immune response, or that disease is associated with lower testosterone levels (the body is shifting investment to the immune system), or that marriage, which lowers testosterone levels in men, is associated with increased lifespan. Monogamy, in other words, can be seen as a disease that improves our health. 
The salient point is that choices involving psychology, of greater or lesser degrees of self-deception, in turn affect our immune systems. Trivers cites studies that show that people who write about their trauma can improve their immune function; indeed, emotional disclosure is associated with consistent immune benefits—this is one of the reasons that going to a shrink might make you feel better. The converse holds as well: HIV-positive patients who deny that they are infected show lower immune function than those who admit it, and tend to suffer from more rapid progression of their disease. Truth seems to be healthy for us. On those grounds alone, Trivers writes, "don't ask, don't tell" should be considered an immunological disaster.
But can we do anything to correct our follies? Trivers believes that it is possible. Becoming aware of the fact that he is mentally cussing out a colleague, for example, has proved useful to him in avoiding breaking glasses while washing the dishes, or running over students on campus with his car. Don't do the two things at once, he advises! He has advice also about problems of greater scope and significance. Social workers and teachers should be aware, for instance, that abuse by a close relative will take on average much longer to divulge than abuse by a stranger or a further related person, the "selfish gene" logic having presumably selected the switching on of dissociation or selective recall mechanisms to "keep up a good front." Korean Air has had a spotless safety record since consultants implemented programs boosting copilot independence and assertion, whereas between 1988 and 1998 its fatal accident rate was seventeen times higher than the average American carrier: the long spate of flight disasters, Trivers argues, was the result of the deference to authority deeply ingrained in Korean culture having precluded young co-pilots from challenging self-deceivingly cocky captains. Wars, in Trivers's account, are primarily due to the overconfidence of corrupt, risk-taking leaders, drunk with the illusion of control and personally immune to their own escapades. The more we recognize this, the less we will fight.
 
BUT THERE IS a problem. If expressing the truth is good for health, doesn't that counter the argument that self-deception is adaptive? To be honest, it does, at least to some degree worth expounding. And what about the fact that we often deceive ourselves in negative ways rather than in self-enhancing ones, thinking of ourselves as fatter or skinnier or more stupid than we really are? Trivers does not consider these points, or the possibility that a major reason for self-deception in many cases may be that the costs of truth are simply too high: you tell yourself that you love your wife because breaking up with her is just too painful. That the psychological and immune systems are deeply intertwined is a fascinating suggestion, but it is still very speculative. Even more conjectural is the suggestion that, for genetic reasons, religions are more likely to splinter into rival factions in parasite-rich areas of the globe. Or that, following the logic of genetic investment, women should be better at spotting deception than men, or that the smarter one is, the more deceptive. 
For all of these notions, however suggestive, little if any evidence exists. More importantly, many different causes, some evolutionarily irrelevant, are likely playing a role. Culture is certainly not reducible to genetics. Trying to attribute phenomena as disparate as stick insects, plane crashes, the birth of religions, and the waging of wars to the same genetic and evolutionary logic is rather like explaining why a wooden square peg doesn't fit into a triangular hole by recourse to the atomic lattice structure of the wood rather than the peg's geometry. The resolution just seems off.
To his credit, Trivers is aware of this. "I have noticed that the standards regarding my own arguments I am willing to push forward have dropped," he admits candidly, even while bearing the flag of a rather unapologetic sociobiology. But this has been his strength throughout his career: to offer, in broad logical strokes, theories that others might test and when successful, formalize. "If you put a gun to my head I could not do a T test," Trivers recently told an audience at Microsoft, with no false modesty. His brutal self-honesty—about his failures with women, his drug habit, his battle over the years with a debilitating bipolar condition—adds to his believability. Trivers has experienced internal conflict, and many of his insights may stem from this. It may take one to know one.
Still, the science, more or less speculative, more or less brilliant, takes up only half of The Folly of Fools. The rest is reserved for various degrees of invective and ranting. Psychoanalysis, social psychology, cultural anthropology, and economics all come in for a drubbing ("the more social the discipline, the more retarded"); and while some of this makes for amusing and even stimulating reading, other parts seem misplaced, unfair, or misinformed. Trivers tells us that economists "tend to be blind to the possibility that unrestrained pursuit of personal utility can have disastrous effects on group benefit," even though this tension is at the very core of central fields in economics such as behavioral game theory, social choice, and political economy. Social psychology as a discipline is dismissed outright, even though many of the studies quoted in the book (some of them, incidentally, incredibly weak) come from that discipline. Physicists, too, are treated with scorn: "Their social utility, in my opinion, is primarily connected to warfare. Their major function has been to build bigger bombs." These are the words of a crank. Still, I laughed out loud at the irresponsibly glib takedown of cultural anthropology and science studies—that "the penis, in some meaningful sense, may be the square root of -1."
Trivers is even less amusing when he turns to politics. False historical narratives, he argues, are just self-deception bumped up to the group level; and fables of origin, religion, and manifest destiny are merely the tools nations and peoples use to justify conquest and violence. This is shallow stuff. It is striking how adamant Trivers is that certain narratives are completely true while others are completely false: shouldn't they all be equally self-serving, according to the logic of his evolutionary argument? Most uncomfortable to honest readers will be his strikingly naïve and unimpressive treatment of the Israeli-Palestinian conflict, full of half-truths, banalities, and factual errors. A man who has detected conflict even in the ideal of motherly love should know that nothing can be so categorically black and white. But Trivers, when asked recently whether his Middle East politics might turn off people otherwise interested in his scientific ideas, answered—perhaps, one imagines, on a deck in his adopted Jamaica, smoking a joint—"Well, fuck 'em."
 
JUSTICE AND TRUTH are rarely the same thing, which makes it impossible to take some of Trivers's arguments seriously. Still, something in me respects the unequivocal moral stance while rejecting the lousy history. The means are not always tight, but the ends often seem right. Why is this? A study cited by Trivers offers a clue. Two groups were randomly assigned, and members of the first group were asked to write for five minutes about a situation in which they felt powerful while candy was being distributed among them; at the same time members of the other group were asked to write about a situation of powerlessness and were only allowed to request candy but not to be given any. When all the subjects were asked to snap the fingers of their right hand five times and quickly write the letter E on their forehead, those who had been primed to feel powerless were three times more likely to write the E so that others could read it rather than backward, from their own perspective. Further study showed that the power-primed group was significantly less able to discriminate among human facial expressions associated with fear, anger, sadness, and happiness. It would appear that the ability to apprehend the world correctly, as well as the ability to empathize, is compromised by the feeling of power. 
"The ultimate effect of shielding men from the effects of their folly," Herbert Spencer once observed, "is to fill the world with fools." Trivers portrays himself as the inveterate champion of the underdog, always on the side of the weak, the disenfranchised, the outsider. "Power corrupts," he warns, in a book dedicated to his late friend, Black Panther Huey Newton. He is right. It does. But readers of The Folly of Fools, written by one of the important figures in evolutionary biology, should remember that the heart can often deceive the mind. Our truths are never too far from our prejudices. 
Oren Harman is the author of The Price of Altruism: George Price and the Search for the Origins of Kindness (W.W. Norton & Company).  This article appeared in the October 25, 2012 issue of the magazine under the headline "Deceptions."

Ximena navarrete de cera

La belleza de esta chica es tanta que sin duda necesita una versión de cera para inmortalizarla.

Como varias figuras en nuestro país, la ex Miss Universo Ximena Navarrete se une a la lista de famosos que tendrán su réplica en el Museo de Cera de la Ciudad de México.

La guapa tapatía develará este jueves 11 de octubre su figura de la misma forma que personalidades como Cantinflas, Pedro Infante, María Félix, entre otros.

El diseñador Benito Santos trabaja en la réplica del vestido rojo con el que la mexicana ganó el certamen de belleza, mismo que llevará su figura de cera.

A partir de es este mes los visitantes a este famoso museo podrán disfrutar de una figura más, la de la segunda mexicana en ganar el título de Miss Universo.

La belleza y simpatía de Ximena han sido cruciales para que la mexicana conquiste el mundo, como en su anterior aparición en el Festival de Cannes, en donde encantó a al prensa con su frescura.

domingo, 7 de octubre de 2012

Tips para conservar la felicidad en la pareja

Si quieres conservar la felicidad del noviazgo o del matrimonio, te recomiendo seguir estas pautas. Pueden ser muchas, pero son absolutamente necesarias.-

Pasos

1.

Cuida tu higiene personal. No eructes y eches flatulencias frente a ella.-

2.

Levanta la tapa del inodoro antes de orinar y recuerda bajarla después y procura lavar tus manos antes de salir.-

3.

No mastiques con la boca abierta ni hables con la boca llena.-

4.

No te demores bañándote y no dejes la toalla en el piso ni sobre la cama. Procura poner la ropa en el cesto que corresponda.-

5.

No engordes. Ella sí puede, pero jamás podrás decírselo.-

6.

Recuerda que no te gusta el fútbol y que odias las carreras
de FórmulaI. -

7.

Aprende a cocinar y a lavar los platos. También deberás arreglar la cama.-

8.

No llegues tarde a casa. Sal de trabajar y vete de inmediato para tu hogar. No te entretengas con los amigos( mejor, no tengas amigos).-

9.

Ni sueñes con hacer amigas y ni te atrevas a hablar de los atributos de sus amigas. Para ti ya no existen otras mujeres

10.

No la celes o, por las dudas, sólo un poquito pero deja que ella tenga celos de ti (ella sí puede).-

11.

No hables de tu ex. Nunca tuviste a nadie antes que ella y procura hacérselo notar diciéndole, al menos 20 veces al día, " TE AMO".-

12.

Llámala desde cualquier lugar, especialmente cuando estés más ocupado.-

13.

Deja que se compre ropa, zapatos, etc., siempre que quiera. Es más, acompáñala a caminar durante horas eligiendo lo que quiera comprar (y sonríe mientras caminas).-

14.

Regálale flores y muchos, pero muchos, presentes.-

15.

No pienses solamente en sexo, pero tampoco exageres en el otro sentido; propónselo con frecuencia, aunque estés cansado o sin ganas.-

16.

Respeta cuando a ella le duela la cabeza, pero si ella te lo pide, complácela de inmediato.-

17.

No te vayas a quedar dormido inmediatamente después del sexo. Debes mirarla a los ojos y acariciarla hasta que sea ella quien se quede plácidamente dormida.-

Importante

Estos son algunos de los más importantes, pero por sobre todo procura Jamás hablar mal de su madre, deberás amarla mas que a tu propia madre.-



 fuente: http://comunidad.biensimple.com/relaciones/w/relaciones/tips-para-conservar-la-felicidad-en-la-pareja.aspx

 

 
 
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lunes, 1 de octubre de 2012

avances de la reforma laboral

Desde un balcón del Palacio Legislativo –por la toma de tribuna de un puñado de rijosos diputados y muy aguerridas diputadas del PRD y del PT– se aprobó en lo general la reforma laboral con 351 votos a favor y al filo de las 4:00 de la mañana, en una extensa jornada de 14 horas en la que hasta se registró un sismo, se aprobó la reforma en lo particular.
No es la misma que propuso el presidente Felipe Calderón estrenando la figura de iniciativa preferente, que obligó a legislar en un tiempo récord de 30 días porque estaban en el limbo las más 400 iniciativas para reformar la ley del trabajo, que no se había modificado desde 1970.


A pesar de los cambios, de que no hay avances en transparencia sindical y de los muchos artículos que quedaron reservados hay que festejar porque sí hubo logros importantes en relación con el marco jurídico actual.


Entre los avances de la reforma laboral que tendrá que ser aprobada por el Senado, destacan que se limita la contratación por outsourcing y los patrones serán responsables de las prestaciones de sus trabajadores, lo que termina con los abusos que se registran hoy.


Habrá una mayor flexibilidad porque se permitirán los contratos por hora que tendrán prestaciones legales y el pago nunca podrá ser menor a un salario mínimo mensual. Además se autoriza el pago del salario por medios electrónicos que antes no estaba contemplado en la ley, se permite el trabajo desde el hogar, que es un gran avance para los trabajadores con hijos pequeños, y habrá licencia de paternidad.


Habrá contratos por temporada de 30 días para trabajadores en general y 60 para personal de confianza, que son impostergables, y se termina con el escalafón ciego fomentando la productividad y capacitación de los trabajadores



articulo publicado en http://www.dineroenimagen.com/2012-10-01/7786?categoria=%22dinero%22

ATTE:
 
POPO
LCE RODOLFO ANDRADE MEDINA
 
 
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