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y hoy así nos fue

sábado, 19 de enero de 2013

Apetito sexual diferente: hombres promiscuos, mujeres monógamas

Si un extraño o extraña del sexo opuesto se acercara a usted y le propusiera sexo esa noche, ¿qué respondería?, ¿accedería o se negaría? De acuerdo a muchos  evolutivos, si usted es hombre, es muy probable que acceda fácilmente. Por otro lado, si usted es mujer, es muy probable no acceda al trato. Naturalmente, nuestro experimento no tiene validez, pues es una situación meramente hipotética, pero en 1989 Elaine Hatfield y Russell Clark publicaron un artículo académico sobre un experimento real en el cual se pregunta a  y  de  medio tres preguntas: 1) ¿Saldrías en una cita conmigo esta noche?, 2) ¿Vendrías a mi departamento?, y 3) ¿Vendrías a la cama conmigo? Los resultados son sorprendentes, la mitad de hombres y mujeres aceptaron la cita, pero cerca de tres cuartas partes de los hombres aceptaron la proposición sexual, mientras que ninguna mujer aceptó.

¿Qué nos quieren decir estos resultados acerca del comportamiento sexual de los humanos? El sugiere que el comportamiento sexual es diferente entre hombres y mujeres: los hombres están más dispuestos a tener sexo casual que las mujeres. Lo que no queda muy  es el por qué.

En 1972, Robert Trivers (quien por cierto asistió como conferencista el año pasado a La  de las Ideas) realizaba investigaciones como estudiante de posgrado de la Universidad de Harvard. Así pues, publicó su famoso trabajo "Inversión Parental y Selección Sexual", en el cual argumenta la controversial  de que  las mujeres son mucho más selectivas sobre su pareja que los hombres. Esto sucede, según Trivers porque las mujeres están biológicamente obligadas a invertir más en sus hijos que los hombres. Las mujeres poseen una cantidad limitada de óvulos, mientras que el hombre produce esperma por montones en todo momento. Esto aunado a que las mujeres cargan y alimentan a los hijos resulta en un instinto selectivo mayor para ellas (en promedio) que para ellos (de nuevo, en promedio). Dicho en palabras más accesibles, a los hombres no les importa tanto con quien duermen.

Como la Psicología Evolutiva se encarga de estudiar el comportamiento humano desde una perspectiva evolutiva, desde entonces, los psicólogos evolutivos se han encargado de estudiar el tema de las diferencias naturales entre hombres y mujeres. Este es el caso de David Buss, David Schmitt y Robert Kurzban. Los hombres y mujeres no son físicamente iguales: los hombres son más grandes y fuertes y toman más riesgos que las mujeres (en promedio); entonces, probablemente tampoco sean iguales en su comportamiento natural sexual.

Hacer este tipo de afirmaciones enardece a un sector de científicos sociales y ciertos sectores de la sociedad. Decir que los hombres y las mujeres no diferentes en algún sentido parece ser lo mismo, a los ojos de estos críticos, que argumentar en favor de los estereotipos que tanto hemos luchado en eliminar (y que todavía no han sido eliminados del todo).

Ahora bien, el sábado pasado, se publicó un artículo en The New York Times en el cual el periodista Dan Slater critica a la Psicología Evolutiva de preservar ciertos estereotipos y de querer explicar todos los temas del comportamiento con la evolución; en esta línea, cita dos o tres estudios que sugieren que no hay diferencia en el apetito sexual de hombres y mujeres.

El derecho de réplica se ejerció y las respuestas de los psicólogos evolutivos no se dejaron esperar. Para el día siguiente Schmitt y Kurzban ya habían contestado a la acusatoria pieza periodística.

La Psicología Evolutiva no pretende reforzar ciertos estereotipos. Hasta hoy no ha habido artículos académicos (serios, al menos) que sugieran que las mujeres sean naturalmente proclives a ser sometidas, que a las mujeres les deba gustar más el rosa y a los hombres el azul, o que las mujeres deban ganar menos que los hombres por el mismo trabajo. El hecho de que el apetito sexual de las mujeres y de los hombres no sea igual (según apunta la evidencia) no tiene por qué relacionarse con estereotipos de género.

Para las explicaciones de los psicólogos evolutivos, ambos –hombres y mujeres—se envuelven en aventuras sexuales de corta duración (como sexo casual); sin embargo, las mujeres son mucho más selectivas que los hombres en este aspecto. Esto es, según un ejemplo de Schmitt, que las mujeres acceden fácilmente a tener encuentros sexuales casuales con un hombre famoso como Johnny Deep, pero no lo hacen igualmente con un hombre normal. Por otro lado, un hombre accedería a una aventura corta con Angelina Jolie, por supuesto, pero muy probablemente lo harían igualmente con una mujer no famosa. Es decir, las mujeres discriminan más que los hombres cuando se trata de encuentros sexuales cortos.

Según Steven Pinker, si el apetito sexual de los hombres y las mujeres fuera igual, veríamos evidencia de que los hombres prostitutos tienen la misma demanda que las mujeres prostitutas, y que las mujeres verían la misma cantidad de pornografía que los hombres. Es cierto, que hay muchas otras cosas por las que controlar, la más importante: cultura. La cultura es importante, y los psicólogos evolutivos no niegan su importancia, aunque en ocasiones así lo parezca. Por supuesto que existen factores sociales, familiares y culturales que ayudan a que la decisión de una persona (hombre o mujer) vaya más encaminada hacia un lado y otro (acceder o no a sexo casual), pero ciertamente estos científicos brindan una explicación de un parte de la fotografía que es consistente con la evidencia empírica (científicamente seria) y que tiene bases tan sólidas como lo es la evolución.

En cualquier caso, acceder a sexo casual no nos hace ni mejores ni peores personas, ni mejores ni peores hombres o mujeres. La próxima vez que alguien le proponga sexo casual (si sucediese) reflexione después en su respuesta y el por qué de ella, quizá la respuesta se halle en la selección sexual y la evolución de los humanos.