Contrario a las campañas en contra de la obesidad infantil y de la necesidad de mejorar la alimentación y actividad física de los niños, el consumo de refrescos en México creció 60%, con mayor impacto en las zonas en pobreza.
Actualmente los mexicanos toman en promedio 160 litros per cápita de refresco al año, lo que se convierte en la carga de azúcar más dañina, sin tomar en cuenta las demás bebidas que se ingieren con sabores artificiales y los alimentos chatarra.
La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados reportó que México se ha convertido en un paraíso de empresas procesadoras de alimentos y bebidas de bajo o nulo valor alimenticio.
“México ocupa el primer lugar mundial en consumo per cápita de refrescos y el segundo en importancia en ventas después de Estados Unidos”, señala un punto de acuerdo turnado a las Comisiones Unidas de Salud y Educación en San Lázaro.
Destaca que las 230 plantas embotelladoras del país comercializan 300 millones de cajas —con 12 refrescos en promedio cada una— al año con un valor superior a los 193 mil millones de pesos (15 mil 500 millones de dólares, aproximadamente).
Lo anterior convierte a México en el país con más consumo de refrescos —basados en estadísticas de quiénes ingieren bebidas con gas— a nivel mundial y el segundo en ventas después de Estados Unidos, cita la información de la instancia legislativa.
El 15 de febrero pasado EL UNIVERSAL publicó que la SEP había decidido sostener la venta de panes, galletas y refrescos en las cooperativas escolares.
Decisión desata polémica
La resolución de la dependencia desató un debate sobre la problemática nacional de los niños obesos, ya que a la calidad de la alimentación en sus horarios escolares se suma la falta de ejercicio.
En el punto de acuerdo se detalló que con base en datos del Centro de Investigación de Nutrición y Salud, el creciente consumo de refrescos está condenando a niños y jóvenes a engrosar las filas de obesos, diabéticos e hipertensos.
Por ello, se propone limitar la publicidad para esta clase de productos. En el futuro esos niños serán una carga económica y humana para las instancias de salud públicas, destaca la información de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados.
Además, se buscará presionar para que el gobierno federal cumpla a cabalidad con el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria, Estrategia para el Sobrepeso y la Obesidad, firmado el 25 de enero, que establece, entre otros puntos, proveer a las escuelas de agua potable, aplicar campañas informativas y de supervisión de la alimentación de los escolares, así como la obligatoriedad en la práctica de ejercicio.
Alertan de daños
Estudios consultados por la Comisión legislativa determinan que ninguna bebida azucarada tiene efectos de saciedad, por lo que la ingesta de energía a partir de bebidas no se acompaña de regulación eficiente del apetito, lo que contribuye al aumento de peso, entre otros efectos. Actualmente 21% del consumo energético total de los adolescentes proviene de las bebidas.
La secretaria de la Comisión de Salud en la Cámara baja, la priísta María Cristina Díaz, refirió que a pesar de la crisis financiera mundial, una de las empresas refresqueras más importantes reportó un crecimiento de 11% en sus ventas.