Hablar de un propósito en la vida, de un sueño a cumplir, puede ser un tema basto y fascinante.
La meta por definición es lo que deseamos alcanzar en base a objetivos. Pero nuestro mundo esta lleno de ellas. Siento que al momento de nacer hemos cumplido la primera…llegar a esta vida.
De ahí parten infinidad de ellas, las cuales bien podría catalogar en diferentes, muy distintas en su OBJETIVO una de otra.
Es por ello, he decidido avocarme a mi Meta estudiantil, mi sueño hacia donde deseo llegar y sentirme realizado, en las letras.
Partiendo del hecho, que nunca se termina de aprender, como bien me lo dijo mi maestra de primero de primaria, si siento que todos tenemos un lugar donde queremos vernos escolarmente.
Tuve la oportunidad de estudiar en las dos realidades, escuelas particulares y publicas.
Se tiene la idea de que en los colegios particulares se da educación para la élite, por consecuencia en las públicas se enseña a los pobres, a los “jodidos”.
Tal vez la principal diferencia que encuentro entre una y otra es la mentalidad. Una muestra clara es el “tecnológico de monterrey”, la universidad privada mas reconocida en el país.
Ahí antes que enseñarte a ser trabajador, te muestran el camino para ser un emprendedor; ciertamente las oportunidades laborales crean un abismo si se compara con universidades públicas, tan solo con el hecho de que los dueños de tal universidad son a la par poseedores de empresas importantes en la república.
La mentalidad nacional viene desde la educación básica, me atrevo a decir que desde la misma casa, donde la preocupación principal es cumplir con las necesidades básicas. De ahí solo los verdaderos mexicanos con ganas de superarse ven para arriba, aún contra la adversidad. Siento que el mexicano promedio es mediocre; al resto, lo hacen mediocre.
Si no se cambia la estructura de esta sociedad, nada cambiará. Ese sistema educativo tan pobre, generando eso, mas pobres, solo crea esperanzas para el político que viene como candidato, por que para el mexicano común, le demuestra que su futuro será igual de prometedor que el de su padre.
Mi sueño como estudiante es, y ha sido claro desde tiempo atrás: convertirme en “doctor en política internacional” o en su defecto, “doctor en relaciones internacionales”.
Primero daré una breve explicación del por que y para que de esto.
El por qué, lo considero simple, pues a mi parecer cada estudiante, desde sus albores debiera pensar en ser un “doctor” (cuya definición correcta evoca al experto en una ciencia o materia, y no al térmico mal dado sinónimo de Médico), culminar sus estudios hasta ser un real especialista además de conocedor de temas prioritarios de su entorno.
Si en este país el 50 % de las personas que inician sus actividades escolares terminaran con ese grado, estoy seguro por naturaleza fuera ya de primer mundo.
¿Para que ser doctor en política internacional?
Para entrar en un ámbito propio de mis constantes “sueños” y “metas” sobre intercomunicación entre los países, propios de la actual época globalizadora.
Recuerdo aquel viaje al DF en la universidad, donde visitamos la sede de la ONU en la capital mexicana; tuvimos una plática en el CEPAL, que simplemente me hechizó, contándonos sobre la actualidad de Latinoamérica en diferentes ámbitos, mostrándonos la razón de ser de su organismo y de la propia Organización de las Naciones Unidas.
Ahí definí por completo mi deseo de ser parte de esos organismos internacionales, moverme en círculos donde el bienestar de la humanidad sea prioridad.
Que mejor manera de lograrlo que siendo un experto, o al menos tratar de serlo en temas afines.
Es cierto, mi “meta” o “sueño” puede sonar ostentoso, hasta cercano a lo imposible, cosa que no me preocupa, solo me ocupa, razón clara de buscar el continuo mejoramiento del conocimiento al respecto.
Si soy ese “doctor” que deseo, las puertas para esa “casa” que se ve grande desde afuera podrán tener menos llaves de las que terrenalmente se creyera.
¿Como lograr ese sueño?
Trazar objetivos al respecto puede parecer una tarea hasta cierto modo lógica. El primero fue pensar en ello, buscar las maneras de algún día conseguirlo.
Resulta obvio que habría que tomar los pasos recurrentes, terminar el bachillerato (que fue donde comenzó la inquietud), buscar una carrera adhoc(la cual sin duda fue punto clave para aterrizar la idea).
Siguiente paso, la maestría. Escoger una que corresponda, sin duda se convirtió en hasta el día de hoy la decisión mas difícil.
Necesitaba por supuesto algo que se acercara a lo que busco.
En la actualidad las opciones son cada vez mayores; comienza a haber diversidad hasta en las formas de tomarlas.
También aquí intervienen muchos las realidades personales, y las “metas” que tengo al respecto.
El trabajo, la familia, la distancia y lo económico son ya factores que toman un nivel más importante al momento de elegir caminos.
Pero debía encontrar la que embonara mejor.
Es fundamental para este tipo de organismos el vínculo con la sociedad; no deseo ser un ratón de escritorio más en el burocratismo. La razón de ser de tales grupos es unir las diferencias para crear similitudes de conciencia.
De ahí tomé la opción de una maestría con ámbitos educativos.
Sé que es un punto a favor si en un futuro se me presenta la oportunidad, el que tenga conocimientos amplios al respecto, para poder ayudar a forjar los pensamientos del humano en sus amplísimas variedades, propias de las culturas tan inverosímiles del planeta.
El objetivo que continua ahora suena natural, terminar de forma correcta mi maestría. Que será a todas luces la carta de presentación para acceder a tan ansiado doctorado.
Tengo 31 años, un trabajo estable, una familia que me apoya, salud y a Dios de mi lado, así que el resto es totalmente mi deber, enfocarme en cada momento, aplicar lo que he aprendido, para aceptar que el sueño, esa meta vista años atrás esta hoy mas cerca que nunca.
Después de ello, seguramente mi sueño, mi meta, cambiará, tomará una ruta alterna, donde sin más me convertiré en lo que todos mis profesores fueron para mi, “realizadores de mi sueño”
LCE Rodolfo Andrade Medina
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